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2017/10/02

El episodio insustancial - Star Wars: Rebel Assault II – The Hidden Empire

Hace poco más de un mes, y aprovechando que disponía de repente de mucho tiempo libre, tomé una fantástica decisión. Rebusqué por los cajones y armarios de mi casa hasta encontrar mi veterana PlayStation One, la coloqué en el salón y me dispuse a terminar un juego que me trajo de cabeza cuando era joven: Final Fantasy VIII. Tuve que volver a empezarlo el año pasado porque mi consola se negaba a leer mi partida anterior, pero qué se le va a hacer. Aunque todavía me duele no haber podido destrozar a Trueno y Viento usando aquellos viejos datos —¡cuantísimos años pasé atascado en esa maldita pelea de Balamb!—, mi nueva partida quedó mucho más redondita y completa, habiendo conseguido mucho más en mucho menos tiempo. Cosas de la edad, me imagino.

Desgraciadamente, mucho se ha hablado ya de Final Fantasy VIII, así que no estoy aquí para dar mi opinión sobre el juego.

Aun así, la daré: es estupendo y me he divertido como un enano jugándolo otra vez.

Y una vez zanjado ese tema, vayamos al grano. No menciono FFVIII por casualidad o como algo meramente anecdótico. Aunque no vaya a hablar sobre él, ese juego es la razón de que escriba esta entrada, ya que fue lo que me llevó a reinstalar y redescubrir mi PSOne. Ya que la tenía enfrente de mí, tentándome con todos esos recuerdos de la infancia, decidí que merecía la pena volver a visitar esos juegos que en su día no terminé… o ni siquiera jugué realmente. V-Rally —mi primer videojuego—, Harry Potter y la Cámara Secreta, Atlantis, Wild Arms… y el juego que hoy nos atañe. Por si el título de la entrada no lo hubiese dejado lo suficientemente claro, me estoy refiriendo a Star Wars: Rebel Assault II – The Hidden Empire.

Carátula de Star Wars: Rebel Assault II - The Hidden Empire.
Nunca he sido un gran fan de Star Wars. He visto todas las películas excepto Rogue One y, con alguna pequeña excepción, las he disfrutado bastante, pero nunca he llegado a obsesionarme con la franquicia. Tengo algunos buenos recuerdos relacionados con ella, como esas falsas peleas de sables láser de patio de colegio —en las que, por alguna razón, beber agua restauraba tus miembros amputados—, pero nunca ha ido más allá.

El que sí que es bastante más aficionado a la saga es mi padre. Sin ser tampoco un fan acérrimo incapaz de perderse una sola película, ha compartido conmigo casi todo el material de Star Wars que ha caído en nuestras manos. Fuimos juntos al cine a ver La venganza de los Sith y pasamos largas horas jugando a LEGO Star Wars cuando yo era más joven. Y, como cabría esperar, fue él quien, durante una visita a Cash Converters, se compró este juego de PlayStation para jugarlo conmigo en casa. Aunque acabásemos por no hacerlo, al parecer.

Incapaz de recordar por qué no tenía ningún recuerdo de haber jugado a Rebel Assault II con mi padre, decidí probarlo por mí mismo al tiempo que rezaba para que mi veterana PSOne pudiese leer un disco tan tremendamente rayado. Siempre he tenido mala suerte con las tiendas de segunda mano, pero al menos conseguí arrancar y terminar el juego. No está mal, supongo.

Antes de empezar, quiero pedir perdón por adelantado por si meto la pata con algunos detalles respecto a la franquicia o con las nomenclaturas. ¡No me matéis, por favor!

Hablemos primero del argumento. Star Wars: Rebel Assault II – The Hidden Empire nos cuenta una pequeña —e irrelevante— historia situada cronológicamente después de la destrucción de la Estrella de la Muerte a pesar de que se llame a sí mismo "Episodio II".

Al igual que las películas, Rebel Assault II comienza con la mítica escena de las letras volando hacia el infinito.
A grandes rasgos, y sin querer destripar la historia que nos ofrece, el juego nos pone en la piel de Cadete Uno, un joven recluta de la Alianza que se ve repentinamente envuelto en un complot malvado de grandes dimensiones.

Cadete Uno, el protagonista de Rebel Assault II.
Al parecer, el Imperio ha estado actuando de un modo extraño últimamente. Si bien no parece haber nada que indique que tales sospechas no sean infundadas, se dice que Darth Vader, perdida su Estrella de la Muerte, podría estar creando una nueva y poderosa arma capaz de aniquilar a la Alianza con suma facilidad. A su vez, se extienden los rumores de que podrían haber aparecido una serie de “naves fantasma” enemigas que habrían derribado a algunos rebeldes por sorpresa. Las sospechas se confirman cuando Cadete Uno y sus compañeros de patrulla reciben un mensaje de auxilio que les alerta de las intenciones de Vader. A partir de ese momento, recaerá en las manos de Cadete Uno y una serie de nuevos personajes secundarios la responsabilidad de detener a Vader y evitar que esa nueva arma llegue a utilizarse contra la Alianza, ya que, si lo que se dice es cierto, supondría su perdición.

Un mensaje de auxilio alerta a la Alianza del peligro inminente.
Si bien éste podría ser el punto de partida para una historia interesante, Rebel Assault II no consigue crear un argumento que tenga ningún peso dramático por una serie de razones.

La primera, y probablemente la más importante, es la duración. En PSX —buen momento para mencionar que también fue lanzado para PC y está disponible en Steam—, Rebel Assault II es un juego de dos discos. Juegos de varios discos, como Final Fantasy VIII, son, a menudo, juegos realmente largos y llenos de contenido. No es ése el caso que nos atañe. A pesar de necesitar dos discos, podremos terminar Rebel Assault II en muy poco tiempo. Si no nos atascamos en ningún punto ni nos encontramos con ningún bug que nos obligue a apagar la consola en medio de una misión, es muy probable que no llegue ni a las dos horas.

Carátula de la versión para PC.
En esas generosas dos horas, el único personaje realmente recurrente es Cadete Uno. Apenas veremos al resto de personajes durante un par de brevísimas misiones en las que ellos ni siquiera aparecen ni desempeñan ningún tipo de rol más allá de algunas voces en off, así que no tendremos tiempo material de cogerles cariño. Tampoco beneficia a la historia el hecho de que los personajes sean completamente planos, siendo su apariencia exterior lo único que, a primera vista, distingue a una persona de la otra. Escenas supuestamente trágicas en las que nuestros compañeros mueren, tremendamente habituales en el juego, pasarán por delante de nuestras narices sin causarnos ni la más mínima emoción. ¿Cómo va a darnos pena la muerte de un tío del que ni siquiera hemos oído el nombre y que se ha limitado a mirar mientras TIEs enemigos nos freían a disparos?

Momentos en los que nuestros aliados caen en combate son frecuentes durante las escenas entre misión y misión.
Como ya he mencionado, la historia tampoco ofrece nada destacable a nivel narrativo. El juego nos pone en una serie de situaciones jugables que poco aportan a la trama más allá de hacerla, simplemente, más larga. Se compone de 15 misiones y apenas la mitad nos revelan algo de historia real. Si ya es difícil crear un argumento con un juego de dos horas, Rebel Assault II se limita a sí mismo todavía más al reducirlo a una; menos incluso si tenemos en cuenta que la historia rara vez avanza durante una misión. El único punto positivo es que, aun así, el juego consigue añadir un punto de humor a algunas de sus escenas, lo cual se agradece bastante.

La segunda razón por la que la historia falla es por la actuación. Rebel Assault II está repartido en dos discos porque muchas de sus escenas están hechas con metraje real y, por supuesto, actores. Para los que recordamos aquellos tiempos, huelga decir que esto ocupaba muchísimo espacio en un disco y que no entraba juego y película en un solo CD. Así vivíamos antes del Blu-ray, niños, con nuestros amigos los mamuts campando a sus anchas por las calles.

Sin embargo, y aunque la idea es francamente buena, estos actores eran horribles. Suele decirse que un buen actor puede salvar una mala película, pero Rebel Assault II junta el hambre con las ganas de comer. El trabajo de los actores, que en su mayoría no parecen haberse puesto delante de una cámara o un público en su vida, hace todavía menos soportable un producto que ya de por sí era malo. Con alguna excepción, por supuesto, pero el elenco es bastante pobre en general. Irónicamente, el bando enemigo cuenta con los mejores actores, ya que los pocos miembros del Imperio que aparecen se llevan las mejores escenas y demuestran que son notablemente mejores.

El almirante Sarn es, probablemente, el personaje mejor interpretado de todo el juego en ambos idiomas.
Pero el juego llegó a nuestras tierras doblado íntegramente al castellano, así que la mala actuación de los actores americanos queda ligeramente tapada por la actuación del actor de doblaje. Todo el que me conozca sabe que soy un defensor incansable de los actores de doblaje españoles, que hacen una labor tremenda y muy poco reconocida a nivel social hoy en día, y veo todo lo posible doblado para poder apreciar lo que pueden —o no pueden— hacer nuestros profesionales.

No pueden hacer Rebel Assault II.

El doblaje español, ajustándose maravillosamente al original, es igual de nefasto que el producto inglés, pero con problemas de sincronización como aderezo —cosa que, por otra parte, era casi inevitable en el pasado, pero no voy a meterme en explicaciones técnicas que nadie me ha pedido—. Como los actores originales, parece que este elenco no se haya puesto jamás delante de un micrófono ni sepa qué demonios está haciendo. De hecho, no me sonaba ni una sola de las voces del juego, lo cual sustenta mi teoría de que, muy probablemente, no usaron dobladores profesionales. Superamos esa mala costumbre gracias a atrocidades como ésta, pero algunas de las chapuzas que veo en la televisión últimamente me demuestran que la estamos retomando. Ese tema de conversación daría para un post entero, así que voy a dejarlo a un lado.

Por el contrario, Ace Merrick es el personaje con el peor doblaje. Con diferencia.
Por último, la historia falla porque no tiene ningún tipo de importancia. La situación al principio y al final es exactamente la misma: el final nos devuelve a un status quo total para que nada cambie dentro de la trilogía original de Star Wars. Las dos horas de juego que pasamos sacrificándonos no sirven para nada. Eso nunca es una buena idea, y menos en un videojuego.

Pero dejemos de tratar a Rebel Assault II como si fuese una película y centrémonos en el juego en sí. Empecemos con las virtudes, que las hay, aunque lo dicho hasta ahora no nos lleve a esa conclusión.

Por lo general, Rebel Assault II es principalmente un shooter sobre raíles. Casi todas las misiones nos permiten disparar, ya sea a soldados, a naves enemigas o a ambos, aunque el objetivo y la forma de hacerlo varían enormemente. De hecho, esta variedad es uno de los puntos fuertes del juego: cada misión es diferente a la anterior y nos pone en muchas situaciones diferentes, dándonos una experiencia Star Wars bastante completa. Tan pronto nos veremos practicando el vuelo con un Caza TIE del Imperio como montando en aeromoto por la jungla o derrotando a enemigos a pie, pistola láser en mano. Para los curiosos, no, no hay sables láser.

En una de las misiones más visualmente impresionantes del juego, manejamos un TIE enemigo a través de un cañón.
Todo el juego en general es bastante entretenido: la variedad mantiene la experiencia fresca y hasta dan ganas de descubrir con qué te va a sorprender la siguiente misión. Las fases a pie, especialmente las que nos permiten ocultarnos del enemigo, resultan ser las más divertidas: son desafiantes y amenas porque, por una vez, tenemos un control —casi— total de lo que está sucediendo. Cosa, por cierto, bastante poco común dentro del juego.

Las fases a pie nos dan la oportunidad de controlar a Cadete Uno mientras se infiltra en bases enemigas.
Aunque el juego sea entretenido, sería injusto no mencionar lo absurdo del control en ciertos casos. Empecemos por comentar la razón de que sean tan imprecisos. No lo he mencionado todavía, pero Rebel Assault II se estrenó en 1995. En aquella época, los mandos de PlayStation —por lo general— no tenían joysticks, así que este juego no es compatible con ellos. De hecho, si activamos la función analógica del mando, no funciona ningún botón del mismo. Volver a utilizar la cruceta del mando después de tantos años es un auténtico reto de por sí, y más a sabiendas de que el puntero se mueve a una velocidad diferente en cada misión. Podemos volvernos locos tratando de apuntar porque nunca llegamos a acostumbrarnos del todo.

Otro detalle que dificulta el control es que, dicho rápido y mal, lo que vemos no es lo que hay. Rebel Assault II es casi historia de los videojuegos: fue uno de los pioneros —por lo que yo sé, al menos— en utilizar gráficos pre-renderizados para que el juego pareciese una película. Una película con mala calidad de imagen dada la tecnología de la época, pero una película, al fin y al cabo. Un experimento interesante, pero está claro que no cuajó. Cabría preguntarse si no aprendimos de nuestros errores al intentar hacer videojuegos cinematográficos.

En definitiva, lo que esto supone es que nosotros no estamos interactuando directamente con lo que vemos. Por decirlo de un modo simple, es como si estuviésemos viendo una cortina donde se proyecta una película, pero el auténtico videojuego está detrás de esa cortina. Sí, los enemigos aparecen en el vídeo que estamos viendo, pero no están exactamente en el mismo punto. Acaba siendo exasperantemente común que nuestros láseres atraviesen claramente la imagen del enemigo sin destruirlo porque no han alineado el vídeo y el enemigo real correctamente. También resulta común que choquemos contra paredes o árboles que, según lo que vemos en la pantalla, ni siquiera hemos tocado. Y ésta es solamente la punta del iceberg.

El capítulo que nos pone a los mandos de una aeromoto está considerado uno de los más complicados debido a lo difícil que resulta a veces no chocarse contra árboles invisibles.
Y si todo esto no fuese suficiente, el propio sistema de juego está mal pensado en más de una ocasión. En ciertas misiones, al pulsar triángulo, es posible cambiar de vista, pudiendo elegir entre ver la nave que dirigimos desde fuera o mirar desde la cabina. Esta función resulta especialmente útil en misiones en las que tenemos que saltar entre zonas en las que nuestro objetivo es destruir naves y zonas en las que tenemos que asegurarnos de no chocar contra nada.

O lo resultaría, si es que eso fuese posible.

Hay misiones que combinan esas dos facetas, pero en ninguna de ellas podemos cambiar a una vista en tercera persona. Sólo podemos hacerlo en misiones en las que todo lo que debemos hacer es disparar y, por lo tanto, siempre preferiremos una mirilla para apuntar mejor.

La primera misión consiste en derribar a los TIEs enemigos. La vista en tercera persona es la predeterminada aunque todo lo que hay que hacer es disparar.
Por supuesto, jugando en tercera persona, la cruceta mueve la nave, y jugando desde la cabina en primera persona, mueve la mirilla. Pero las misiones en las que tenemos que esquivar obstáculos solamente nos permiten jugar en primera persona. Esto implica que, para esquivar dichos obstáculos, es necesario llevar la mirilla hacia uno de los lados de la pantalla y mantenerla ahí para que la nave vire levemente, lo justo para evitar el asteroide, la compuerta o cualquier otro obstáculo que nos salga al paso. Qué decir tiene que esto destroza la jugabilidad, ya que tenemos que esperar a que la mirilla recorra la pantalla entera antes de que podamos empezar a girar; lo cual, a menudo, no es suficiente para evitar el golpe. Uno no debería tener que esperar 5 segundos para que el juego empiece a responder a lo que el jugador le dice con el mando. Es un fallo de diseño de profesional, aunque es cierto que, muy probablemente, este sistema funcione mucho mejor en PC con un ratón que nos proporcione movimientos más rápidos y precisos. Pero la versión que estoy analizando es la de PlayStation. Como es lógico, lo juzgo por lo que es, no por lo que podría ser en otro sistema.

Nótese cómo la mirilla tiene que desplazarse hasta el borde de la pantalla para evitar cualquier obstáculo, como ese rombo blanco de la esquina inferior izquierda.
A pesar de todos estos defectos, Rebel Assault II resulta ser un juego muy entretenido. Lo terminé en tres sesiones —una de ellas interrumpida prematuramente por un fallo en mi veterana PSOne que tuve que esperar varios días para poder arreglar— y siempre me quedé con ganas de más. Puede que fuese porque era consciente de lo corto que era, pero tenía ganas de ver más. Quizás albergaba la ingenua esperanza de que la historia diese un vuelco o algo por el estilo, pero hay que admitir que me mantuvo enganchado a pesar de todos los inconvenientes y de no poder ver todas las cinemáticas correctamente por culpa de ese problema con la consola. Eso es muy importante y una buena señal.

Además, hay un factor que gustará a los amantes de los juegos retro. Lo que más se critica hoy en día en el sector de los videojuegos es que la dificultad ha disminuido enormemente desde aquellos tiempos de Mega Man y compañía. Por suerte para ellos y por desgracia para mí, Rebel Assault II es bastante desafiante. Incluso jugando en fácil, porque aquel control me impedía sobrevivir a los choques en cualquier otra dificultad, hubo algunas misiones que me pusieron en más de un aprieto y que terminé con una barra de vida que ya ni siquiera podía verse. Jugado en difícil —o en su nivel de dificultad secreto—, creo que podría ser todo un reto para los más exigentes. Incluso si los controles fuesen mejores.

Ahora bien: Rebel Assault II tiene un punto a favor. Es un punto al que yo nunca le he dado mucha importancia, pero al César lo que es del César. Sí, puede que sea algo completamente anticuado a día de hoy y un sistema que no cuajó en el mundillo, pero lo de tener un juego con gráficos reales era un prodigio técnico para la época y un auténtico puntazo. En las misiones a pie, tú no controlas un Cadete Uno hecho de polígonos: controlas a un hombre de verdad al que han grabado con una cámara e incluido en el juego. Los trajes y el atrezo son los mismos que se usaron en las películas, e incluso un personaje completo está sacado directamente del metraje de El retorno del Jedi. Sí, claro que hay elementos digitales —¡cómo no, si es Star Wars!—, pero una buena parte de todo lo que podría haber estado rodado con cámara está, efectivamente, rodado, tanto en las cinemáticas como en el propio juego. Las animaciones pueden ser un tanto rígidas a veces, pero todo sigue teniendo un aspecto muy interesante y, desde luego, original. Y el hecho de que la estética sea reconocible y personal aporta mucho a una obra, sea del tipo que sea.

Los escenarios son a menudo espectaculares para la época.
Por último, la música. No soy quién para hablar de este tema en profundidad, como siempre digo, pero, sinceramente, la banda sonora me ha parecido muy poca cosa. Todo lo que recuerdo es una corta selección de temas sacados de las películas, haciendo que resultase bastante repetitivo. De todas maneras, el sonido de los láseres, las naves explotando y los enemigos gruñendo acaban por tapar la música casi por completo, así que se acaba convirtiendo en poco más que un murmullo de fondo al que te acabas acostumbrando.

Star Wars: Rebel Assault II – The Hidden Empire es como ver una de las películas de los hermanos Lumière o de George Méliès: interesante por su valor histórico, pero no por ello imprescindible o buena siquiera. Como tales hitos de la historia del cine, hay mucho que aprender sobre lo que se hacía entonces, lo que se hace ahora y las diferentes direcciones que podría haber tomado la industria. Nunca está de más investigar, pero no se necesita estudiar cinematografía para ver una película. Pasa lo mismo en este caso.

Lo que este juego ofrecía en su época eran gráficos revolucionarios, un juego de dos discos —cosa poco frecuente— y una pequeña historia para calmar a los hambrientos fans de Star Wars que, en aquel momento, llevaban más de diez años sin ver una nueva película de la franquicia y todavía tendrían que esperar cuatro años más para ver La amenaza fantasma. Daba a los fans la posibilidad de revisitar un momento clave de la saga como lo es la destrucción de la Estrella de la Muerte a bordo de casi todas las naves que les fascinaron entonces —incluida una nave muy, muy, muy parecida al Halcón Milenario, aunque no se llegue a decir su nombre— y utilizando las armas que tanto les hicieron soñar… excepto el sable láser, irónicamente.

Pero ha envejecido mal. Los gráficos, aunque interesantes, están desfasados. El control es incluso peor que antes ahora que nos hemos acostumbrado a la precisión de los joysticks. Tenemos Star Wars lo suficientemente presente en la actualidad como para no tolerar a los horribles actores que dieron vida a este juego. Y que fuese doblado al español por gente tan horriblemente mala hace que sienta vergüenza por un sector al que tantísimo cariño y respeto le tengo.

Aun así, no todo es malo. Es entretenido, es ágil, es desafiante, es variado y te mantiene con la duda de qué clase de misión vendrá a continuación, ya que todas son diferentes y únicas. Además, es corto, así que no hay que esperar mucho para acabarlo aunque no te guste. Y lo más importante: me ha dejado con ganas de más Star Wars, y eso es lo que un juego basado en una franquicia tiene que conseguir ante todo.

Victoria, supongo.

Ficha técnica:
Título: Star Wars: Rebel Assault II – The Hidden Empire
Categoría: Videojuego
Género: Shooter
Año: 1995
Desarrollador: LucasArts, Factor 5
Consola: PlayStation, PC
Jugadores: 1
País de origen: América
Textos: Español
Voces: Español
En España: Sí

Lo mejor:
-Entretenido a pesar de sus muchos defectos.
-Deja que con ganas de más Star Wars.
-Muy variado en su contenido, aunque la esencia sea casi siempre la misma.

Lo peor:
-Historia pobre e interpretada por malos actores.
-El horrendo doblaje al español.
-Los malos controles dificultan el juego innecesariamente.


Nota: 5,5