Backloggery

Buscar en este blog

2011/08/30

Memorias


Dios, esto es frustrante. Éste es solamente mi quinto día aquí y ya estoy muriéndome de ganas por volver. No es que este sitio sea malo, ni mucho menos – ¡me encanta mi pueblo! Pero las posibilidades aquí son, como poco, reducidas. No sólo eso, sino que además parece que no esté de vacaciones. Curro más aquí que en casa, y mis padres igual. Una casa más grande exige más trabajo, obviamente, pero coño, no tenemos que limpiar TODOS los días. Lo dicen mi padre y mi madre, pero es que mi abuela y mi tía son muy tiquismiquis, cada una a su manera. Mi abuela, obsesionada con que puede venir alguien y tiene que estar todo limpio, y mi tía, obsesionada con que soy un vago y tengo que trabajar en la casa. Y mientras tanto, ella tirada en el patio, con su Kas Limón, haciendo gala de una vagancia inusitada en alguien tan tocahuevos con la limpieza como ella. Hipócritas, hipócritas everywhere.
Tampoco es que esté exento de placeres. Tengo anime, películas, lectura, televisión, videojuegos… Y eso sólo en casa, que también han abierto una piscina hace poco y hay largos trayectos -con pocas sombras-  para andar con el perro, es más, acabo de venir de un paseo de 12:00 a 14:00 donde he chupado Astro Rey como un girasol. Pero claro, no me puedo pasar el día en la piscina ni paseando al perro, y cuando me aíslo para hacer mis cosas es cuando vienen las críticas. De mi tía, cómo no. El otro día me llamó de todo pensando que no la escuchaba, creo recordar que ya os conté algo. Vago, inútil, idiota, “pegado a la maquinita”, asocial, inculto, desagradecido y otros proyectiles semejantes se sumaban entre las joyitas que me lanzó. Mi madre me defendía, pero la muy zorra de mi tía negaba todo lo habido y por haber. Querida hermana de mi madre: estudio y trabajo; ayudo a mucha gente y hago muchas cosas; me pego a la maquinita porque no me das conversación, te limitas a hablar tú y esperas que te escuche sin rechistar; tengo más amigos lo del que tú jamás has tenido, solterona amargada; si te metieran en la cabeza todo lo que yo sé te estallaría, aunque sólo fuera sobre cómo escribir; si llamas desagradecido a que me ofrezcas un plátano y te diga que gracias pero que no me apetece, tienes un grave problema de valores; y puedo seguir sacando contrainsultos tanto tiempo como quiera, pero mis padres me han enseñado a ser educado y a no hablar de un modo poco ético y mucho menos hiriente con gente a la que debo respeto por quienes son. Aunque no lo merezcan.
Dejaré a mi tía un rato que me enciendo demasiado. Os hablaré ahora de las dos (ahora tres, como ya leeréis) plagas de este pueblo. Muchas veces me preguntan si no tengo amigos aquí. Y no, no tengo. Ni los quiero. Hasta hace unos años, los grupos sociales eran dos: los mayores de 40 y los menores de 8. Esto teniendo yo unos 12 ó 13 años. Ahora ha aparecido un tercer grupo debido a que están “modernizando” los edificios y nueva gente viene. El grupo de los que vienen de Peñafiel, el centro neurálgico ciudadano más cercano. Y como en todas las ciudades, hay canis, canis que ahora han venido a tocar los huevos al tranquilo pueblo de Canalejas. Pero estos canis han sufrido una mutación. Se han convertido en canis de pueblo. Una versión igual de inculta que los canis normales, pero con un habla diferente y sin oros ni maquillaje excesivo. Parecen gente normal a simple vista, ¡pero no os dejéis engañar, es un camuflaje! Cual camaleón confundiéndose con el color del entorno al que están adaptados, los canis de pueblos no se distinguirían de personas normales si no fuera por sus hábitos. Se adueñan de una zona, generalmente con muchos bancos, y hacen allí sus ilegales litronas y botellones varios. Avanzan en grupo, como una piara de repugnantes cerdos, lanzándose sobre aquél que ven desprotegido y minándole la moral, cuando no el contenido de la cartera. Es una especie a estudiar, si bien nadie quiere acercarse demasiado a ellos. Y, como comprenderéis, queridos colegas, no quiero juntarme con gente así. Los renacuajos que andan aún en las charcas no pueden jugar con una rana joven, y los sapos adultos van demasiado a su bola. Ergo, me encuentro sólo. Pero tranquilos, estoy acostumbrado a ello.
Guau, ¡qué a gusto me he quedado, coña! Me he desahogado cosa mala, hasta me cae mejor mi tía y me preocupa menos la gente. Creo que si vuelvo a frustrarme escribiré alguna otra entrada como ésta. Aunque bueno, supongo que vosotros las podréis leer todas a la vez. Me despido por esta vez. ¡A cascarla!

Salu2!

No hay comentarios:

Publicar un comentario